UN MUNDO CUBIERTO DE GAS
Reseña del libro “El hombre en busca de sentido” de
Viktor Frankl
La historia del autor
comienza cuando, en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, es llevado preso a
uno de los tantos campos de concentración que se formaron en aquella época.
Dichos campos de concentración son popularmente conocidos como infiernos en la superficie
de la Tierra debido a todo tipo de actos atroces e inhumanos que ahí se
ejercían. El nombre de la base donde se encuentra el autor es Auschwitz. Una
vez los prisioneros arribaban al campo debían desfilar frente al general para
que les fuera concedido uno de los dos destinos posibles: el primero, que con
su dedo te dijera que caminaras con dirección a la derecha y significaba que
trabajarías duro y tu muerte se prolongaría relativamente más. Y el segundo, es
que te mandara a la izquierda que era en dirección a las cámaras de gas.
Ya con todos los
prisioneros destinados a trabajos duros, comenzó la verdadera agonía y
desesperación. Se les arrebataba sus prendas que lucieran decentes para darles
unas más deplorables y así debían laborar. Los trabajos eran principalmente
cavar zanjas lo cual es una actividad muy demandante físicamente hablando, y más
por las largas jornadas, pero para evitar que se quedaran sin trabajadores tan
rápido les daban un receso para comer. La comida consistía en un pequeño trozo
de pan (aprox. 200 gr menciona el autor) y sopa aguada que no cubría la perdida
calórica que sufrían a causa del gran desgaste físico. Muchas veces se
intercambiaban cigarrillos por trozos de pan o una ración más de sopa. Pero
había dos tipos de prisioneros; los que se comían todo de forma inmediata y los
que administraban su pedazo de pan para que rindiera hasta el resto del día. Mientras
trabajaban era supervisados por los guardias mismos que les gritaban que no
holgazanearan, muchos prisioneros comenzaron a presentar ampollas e hinchazón
en los pies por los desgastados zapatos que vestían. Una vez acabada la jornada
llegaba la hora de ir a dormir. Las literas eran de tres pisos y en cada una
dormían alrededor de 9 hombres apretujados, pero eso los hacia conservar calor
durante las frías noches, muchos se dejaban puestos los zapatos.
Con todos los maltratos
físicos y psicológicos por parte de los guardias, además de las terribles
condiciones en que los tenían, muchos consideraban el suicidio la manera más
rápida de acabar con todo el sufrimiento y recurrían tocar la cerca
electrificada, a esto se le conocía como “lanzarse a la alambrada”. Todas estas
condiciones hacían que los prisioneros despertaran un humor extraño, puesto que
perdían todo sentido de humanidad y sentimentalismo. Incluso, en las duchas,
hacían burla de que sobre sus espaldas caía agua de verdad.
Con el pasar del
tiempo, los prisioneros ya no tenían expresión alguna en sus rostros por los
trabajos, insultos o heridas en su cuerpo, habían desarrollado un estado mental
llamado “ilusión del indulto” que los hacia creer que cuando menos lo esperaran
serian salvados. Tras bastante tiempo, camiones suizos llegaron en señal de que
todo el tormento había finalizado, los hombres fueron libres una vez más.
Muchos cambiaron radicalmente su personalidad obrando mal para así aliviar todo
el dolor que sufrieron y hacer que otros sintieron lo que ellos, por otro lado,
muchos quedaron impactados y no podían diferenciar entre si era real o era otro
más de sus sueños que habían tenido en el campo de concentración.
El libro cubre una
historia que le ocurrió al autor, por lo que los detalles pueden hacerse
presentes puesto que él mismo los vivió. La forma en que redacta cada hecho es
ligeramente fácil de seguir a excepción de cuando cambia de relatar la historia
en el campo de concentración a contar conceptos de psicología. Utiliza un
lenguaje fácil de entender y tiene buen seguimiento de ideas que hace al lector
sentirse cómodo de saber que ocurre y en que orden sin que se desoriente.
Utiliza recursos dentro del texto que ayudan al lector a entender la situación
que se está presentando. La trama es fácil de entender puesto se tiene respaldo
histórico del hecho. La utilización de conceptos de psicología respalda lo que
el autor quiere dar a entender, pero si encontrará la forma de no recurrir
tanto a ellos en algunas partes de la historia sería más agradable de leer,
además de que cuando los utilice sea de forma inteligente para que el lector no
sienta que se desvió de la trama principal para entender unas palabras y luego
regresar a la historia, deben ser breves y fluidos.
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